1.
Mi Rayuela
Rosita brinca con la vida.
Cuando el sudor se mete a los ojos, arden en rojo e imaginas todo colorado, sólo deseas la eliminación inmediata de esa sensación incómoda. Eso sentía Rosita, la dueña de la fonda del mercado, ella ¡hace muchos años! procuraba con sus deliciosas viandas a vecinos, trabajadores y otros comerciantes de la zona, aunque ella misma también era tendera, obvio de comida preparada.
Se soñó pequeña de trenzas con listones rojos, y muchas vocecitas como murmullo acelerado decían en tono bajo - “las niñas bonitas no pagan dinero, 1, 2, 3, la que no brinque es sapo, 1, 2, 3, 4”
Después siguió con esa extraña experiencia de verse a sí misma en sueños, abstraída, distraída, ída frente a un dibujo a gis en el suelo, le llamaban La Rayuela, ella imaginó un avión de diez asientos en posiciones de uno y dos hasta llegar al diez; algo así como empezar en la tierra, suelo inicio y avanzar hacia arriba cielo fin.
Hasta en sus sueños, Rosita conocía la importancia de brincar, así traspasaba sus blindajes emocionales ¿siempre lo supo? O quizá no, porque la verdad nunca se lo preguntó a nadie, ni a ella misma.
Despertó bañada en sudor y con escalofríos, lo primero que miró fue el calendario ¿era lunes, o martes, o no importaba? Se preguntó a sí misma sin dejar de sorprenderle la fecha: 2 de junio leyó.
Salió a la calle y únicamente vio un letrero metálico pintado con negro y amarillo, colgado en la entrada del mercado, "¡Cuidado! Está usted entrando en zona de alto contagio$ leyó con tristeza. Todo estaba cerrado, recordó su confusión al despertar.
-Disculpe, ¿qué día es hoy? – preguntó a un vendedor ambulante quien mirándola con rudeza respondió casi a gritos, dando dos pasos hacia atrás y alejándose al mismo tiempo de ella.
– Es martes 2 de junio del 2020 ¡señora! - Rosita brincó, quizá el salto más grande de su vida.Miles de gotitas de miedo se desparramaron sobre el suelo seco.Ayer cuando fue a dormir era 17 de julio de 1952, casi 68 años, no entendía nada, no había nada por comprender, no sabía nada ¿cómo viviría después de tanto tiempo? ¿Cómo pueden ser las actividades normales en el 2020?
¿cómo viviría esta nueva normalidad?Rosita reflexionó un instante y eligió soñar para seguir brincando.
2.
Un paréntesis
Soy María Elena Rodríguez Lara, alguna vez fui profesora universitaria, también fui Doctora en educación, Maestra, Licenciada en Psicología y escribí varios libros académicos. Ahora sólo soy viajera, buscadora, pata de perro, puente, faro y quiero escribir y escribir.
Escribo porque me siento libre, rebelde y joven; desde niña he sido una lectora desaforada y de ahí surgieron intenciones muy profundas por la escritura y ahora quiero dedicar a mis nietos algunos libros de cuentos y narraciones. Nací en la Ciudad de México en 1953.
Haikús
Corona...
Uno
Llegó al planeta,
lo habitó con pasión
amorosamente maligna.
Dos
Viajó por todo el mundo,
amó a todas las personas
hasta el tóxico contagio.
Tres
No sabemos de dónde vino.
Dudamos…
Nos contagió.
Confinada
Piso a diario la condena incierta,
la prórroga del abrazo, del beso consumido
en la distancia inflexible y limitante
de un tiempo irreversible.
Cercada por paredes blancas como la nieve,
con verdes ilusiones enclaustradas como el jardín de enfrente.
Sin embargo, la vida clama su dolor a ese horizonte.
Desde mi ventana miro las campanas de la iglesia.
No saben a quién, ¡sólo llaman!
La poesía y la rayuela buscan las palabras clave
que sirvan para prolongar el sueño,
para soñar lo soñado como el preludio de un nuevo sueño.
El confinamiento se esconde en los rincones,
y ni mi forzada alegría
consigue descubrirlo.
Estoy segura de la finitud del tiempo.
Perdida
Hace muchos días, ¡no recuerdo el primero!
Mi casa es como un muelle
afianzado a un lecho impredecible
de agua danzarina, intensa,
silenciosa, diáfana, también
turbulenta, y sonora.
Agua de sueños y poesías.
Como nube solitaria
se sujeta firmemente,
a un cielo inmenso que la sostiene.
Las tareas habituales, se esfuman
las ilusiones, las pasiones y los anhelos, se contienen.
Son semillas confundidas, no germinan,
¡se abruman! ¡se asombran! ¡dudan!
A veces, me siento pasajera de un enorme barco
que encalla en el muelle de luz y de horizonte.
Tiene anclajes sagrados, apacibles
tiempos y ancestros de nuestras tribus.
Fondea tu clan y el mío.
Otras veces, forcejeo con una amarra de nostalgias,
perdida de liar con la pandemia,
Mi casa es como un muelle, me libera.
Y un gran barco de esperanzas,
listo a zarpar por siempre
antes del final de la tormenta.
Llegarán muchos buques.
Mi casa será como un muelle bondadoso,
los mares, las ciudades, los puertos
ahí seguirán: con mis amores.
Agradecida doy la vuelta al mundo
¡Oh, maravillosas e innumerables avenidas de esta hermosa ciudad que nos espera imperturbable! ¿Dónde está mi padre que me explicó la historia de las calles, los barrancos, los ríos y los trenes? ¡Veo atónita a las niñas de entonces, de allá! De avenida del Taller, desde donde miro asombrada las canicas, el avión, el yoyo, la pirinola, la matatena y los escondites. Rememoro las horas soleadas frente a los ríos, la tersura de la arena en las playas, Cancún, del Carmen, Vallarta, las colinas rocosas de Mazunte; el picor de la sal del atardecer inolvidable de cielos revoltosos como el mangle. Las caricias estremecedoras de las montañas repelentes de amores cercanos. Siento el revuelo migratorio de millones de aves que alborotan mi pensamiento y me hacen evocar con aturdimiento los bulevares en París, Buenos Aires, Lisboa, Segovia, Estambul, Moscú y quizá New York o Chicago. Soy inventora de mí y me veo en zuecos con profundos sentimientos de exiliada…
Exiliada aquí… construyo escenarios de migrantes donde represento las historias más dramáticas de las literaturas aprendidas en otros tiempos porque me siento repatriada de mis calles, cuando esto pasa vienen pájaros amarillos y escarlatas trinando a mi puerta mostrándome riquezas inauditas de esperanza, me hablan de todas mis personas favoritas, ¡de mis amores! Hoy virtuales. Son los tesoros que encontraremos a nuestra salida cuando ya no estemos desterrados, son las claves del amor.
¡Por fin veo lo que sigue! Me siento agradecida.
Bendita cuarentena
Bendita cuarentena Elena.
Cuaretérea cuareterna cuarentretenida.
Cuarentena Elena.
Cuarentrecortada eternizada entrecortada.
¡Maldita cuarentena!
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